Hoy soy de nuevo un mar de lágrimas sin llorar, dos trozos de roscón con nata, mil peleas en casa y pastillas nuevas. Hoy soy de nuevo quien fui, multiplicada por dos por fuera, dividida entre un millón por dentro, firme, fuerte, segura y convencida de que debo cambiar.
Hoy sólo quiero salir corriendo habiendo olvidado los zapatos en casa para que cada rasguño en la planta de mis pies me recuerde paso a paso que no quiero volver a tener que huir. DAME UN SEGUNDO. Necesito respirar. Las fuertes olas del mar de mi obsesión se cuelan en mi cama y hacen tambalear mis sueños que, empapados en agua sucia y cubieryos de salitre, claman desde el fondo que siguen ahí, que nunca se han ido, que necesitan llegar hasta mi para hacerse realidad.
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