domingo, 22 de abril de 2012

Me acuerdo perfectamente y sé que lo recordaré siempre. La primera noche de Crucero tú y yo, dos botellas de ginebra barata y las escaleras de servicio de la última cubierta del barco más espectacular en el que nos habíamos montado nunca. Puede que por mi cansancio o tal vez por mis a penas quince años, pero no entendí tu pregunta.
-¿A qué te dedicah?
-No, no tengo novio.
Te reiste tanto que no pude evitar querer reirme contigo...¿Cómo alguien podía tener tanta energía a las cinco de la mañana?
-¡Pero quilla!¡Vaya indiretha!
Y por más que quise explicarte que no te había entendido, en el fondo me alegré de que me hubieras sonreido de aquella manera...esa sonrisa....lo que daría por volver a verla.....
Los operarios de servicio empezaron a pasearse por allí, empiezan a trabajar muy temprano ¿No crees? Nos miraban raro, desde arriba, porque no podíamos más y habíamos acabado sentados rendidos de la risa sobre aquellas escaleras enmoquetadas que llevaban a la cubierta superior, a esa en la que no había nadie. Aún me acuerdo de cómo me tendiste la mano para que nos fuéramos de allí porque empezábamos a sentirnos incómodos con tanta gente de la tripulación pasando a nuestro lado, pero recuerdo aún mejor como sin dudarlo ni un momento la tomé con fuerza y no la solté hasta que llegamos arriba. Paseamos por la cubierta, investigamos, tratamos de abrir puertas cerradas, nos bañamos en el jacuzzi, que estaba cerrado, corrimos por los pasillos de los camarotes delante de los "mayordomos" estirados que nos gritaban cosas en alemán y nos reimos tanto....nos reíamos tanto........
El reloj del comedor marcaba las seis y media y me acompañaste a mi camarote porque entre risas y cabezadas en los sofás del club te confesé que aun no sabía volver. Caminamos en silencio, camarote 648.
Llegamos a la puerta y me gire para mirarte de frente.
-Hasta mañana.
Y el mundo entero se dio cuenta de que mi boca se iba contigo, cuando al día siguiente en el desayuno, conociste a las gemelas italianas rubias de 1,70.
No hubo mañana porque no aproveche la oportunidad. CARPE DIEM.

 

domingo, 1 de abril de 2012

Sonatina de la Princesa

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa  de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

LIFE CAN DO TERRIBLE THINGS